Trufa del Desierto – Innovación

Introducción

Las trufas del desierto, también conocidas como criadillas o trufas de tierra, son un tipo de hongo hipogeo que crece en simbiosis con las raíces de los arbustos, generalmente del género Helianthemum. Estos hongos forman la familia Terfeziaceae, que pertenece al grupo de los ascomicetos. Su aspecto recuerda a una trufa tradicional, con un peso de entre 30 y 300 gramos y unos 5 cm de diámetro.
Como puedes suponer, estas setas crecen en zonas desérticas o muy secas y se han encontrado tanto en el continente europeo, en la zona mediterránea como en diversas zonas desérticas de Asia y África. Pueden darse en estos lugares, independientemente de que sean desiertos cálidos o fríos y de la acidez y compactación de sus arenas, pudiendo crecer incluso en arenas costeras.
A pesar de la similitud de nombre y aspecto, la trufa del desierto poco tiene que ver con la trufa tradicional perteneciente al género Tuber. Culinariamente son consumidos por el género Tuber como especia por su gran sabor y son muy escasos. En cambio, las trufas del desierto son más abundantes, y su sabor y aroma son similares a los de cualquier hongo comestible.

Valor nutricional

El consumo de estas trufas es principalmente tradicional y por su buen sabor, pero son bastante interesantes desde el punto de vista nutricional, ya que tienen una importante cantidad de proteínas con aminoácidos esenciales y antioxidantes, además de minerales y fibras y omega 3. y 6 ácidos Esto convierte a las trufas del desierto en un producto muy interesante hoy en día, ya que se pretende sustituir gran parte de las proteínas de la carne por proteínas de origen champiñón.

Cultivo

Tradicionalmente, estas setas se han recolectado de la naturaleza, pero hace unos años aprendieron a domesticarlas, por lo que se empiezan a cultivar. Este tipo de cultivo se conoce como “termicultura”. Las trufas del desierto son generalmente simbiontes con plantas del género Helianthemum, pero también pueden ocurrir en simbiosis con otros géneros, como Avena o Pinus. Aunque existen varias especies de estas trufas, la especie más cultivada es Terfezia claveryi, en simbiosis con la jarilla (Helianthemum almeriense). Conseguir la micorrización es bastante complicado, como lo es producir un cultivo a gran escala, pero lo positivo de esta combinación es que una vez implantada, se regenera continuamente a medida que las semillas de la jarilla caen al suelo y se impregnan del micelio del suelo. por lo que la micorriza persiste.


La producción de este cultivo es anual. Cuando están maduras y formadas, las trufas del desierto forman grupos en la superficie del suelo, lo que las hace fáciles de ver y recolectar en la primavera, generalmente entre febrero y mayo. Las plantaciones comienzan a ser productivas a partir de la segunda primavera después de la siembra, aumentando su productividad hasta el sexto o séptimo año.
La compactación del suelo en el que crecen afectará su forma. Las que crecen en suelos arenosos bastante sueltos tienen formas más suaves y redondeadas, mientras que las que crecen en suelos más compactados tienen una forma bastante irregular con muchos lóbulos.
Este cultivo es muy sencillo y no requiere de muchos conocimientos técnicos. Todo lo que se necesita hacer para que las plantas crezcan bien es controlar el crecimiento de malas hierbas, lo que se hace limpiando o dejando que las ovejas pastan en el cultivo ya que no se comen la planta. Además, con el tiempo, cuando la planta se ha desarrollado bien, es ella misma la que evita que crezca la mala hierba, por lo que no sería necesario este control. Por ello, las únicas tareas necesarias en este cultivo son el marcado y la recolección de las trufas durante la primavera.
A pesar de parecer un cultivo muy sencillo, este cultivo solo necesita un aporte de agua de unos 200 litros por metro cuadrado al año, que es una cantidad muy pequeña. El problema es que este aporte de agua debe ser puntual entre otoño e invierno. Si no hay suministro de agua en este momento, será necesario regar el cultivo para lograr la producción.

Precio

El precio de estas trufas suele oscilar entre 20 y 60 € por kilogramo, aunque en algunos países del golfo Pérsico, donde están muy cotizados, pueden alcanzar los 220€ el kilogramo. kg.
Aunque hay muchas especies de trufas del desierto, solo tres especies del género Terfezia crecen en número suficiente para ser comercializadas: T. arenaria, T. claveryi y T. fanfani. Con ellos se producen aproximadamente 400 kg de trufa por hectárea en cultivos de secano. Generalmente, la plantación empieza a ser productiva a partir del segundo año, pero su pico productivo se encuentra a los seis o siete años de la plantación. Esta alta productividad, unida a los bajos costes de cultivo, lo convierten en un cultivo muy rentable.
Otra ventaja comercial es que las trufas del desierto se pueden conservar perfectamente durante cuatro semanas refrigeradas a 4ºC y se pueden conservar en perfecto estado hasta seis meses si se congelan a -18ºC.


Sustentabilidad

Dado que estos hongos no necesitan que el suelo sea menos fértil y viven con muy poca provisión de agua, es una buena oportunidad para reevaluar suelos con poca lluvia o suelos muy pobres. Además, la jarilla protege los suelos de la erosión y les aporta materia orgánica con el tiempo, mejorando así sus propiedades. Esto, unido a que no es necesario añadir fertilizantes ni pesticidas, hace que este cultivo sea muy sostenible e interesante para el medio ambiente, especialmente en la lucha contra la desertificación. De hecho, se considera como una buena opción a tomar como adaptación al clima cambiante, cada vez más cálido y seco en diferentes zonas de la península. Además, las flores de la jarilla resultan muy atractivas para las abejas y otros insectos polinizadores, por lo que su presencia contribuye a un aumento de la biodiversidad y una mejor polinización de otros cultivos.

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