Los expertos destacan el alentador futuro de la trufa y apuntan a la transformación como vía de crecimiento del sector
España, liderada por Aragón, es líder mundial en producción de trufa negra: el 35% de la producción mundial proviene de sus más de 15.000 hectáreas. El sector, en pleno desarrollo e inmerso en un vertiginoso proceso de modernización, afronta un futuro alentador, motivado entre otras cosas por el desarrollo de productos transformados. Así lo han puesto de manifiesto los expertos reunidos por la Asociación Interprofesional para el Desarrollo Agrario (AIDA) en las jornadas de producción vegetal “Comercialización y Transformación de la Trufa”, celebradas los días 7 y 8 de noviembre en la sede del CIHEAM Zaragoza.
La cooperación entre truficultores e investigadores ha permitido un aumento significativo de la producción en los últimos años, y se han estabilizado las fuertes fluctuaciones anuales en la oferta de este producto. Sin embargo, el sector se enfrenta a diversos retos en las etapas más avanzadas “del campo a la mesa” antes de llegar al consumidor final. Las jornadas de AIDA han puesto de manifiesto la necesidad de seguir trabajando en calidad y seguridad alimentaria, en la conservación de la trufa y en la elaboración de productos transformados.
Las jornadas, junto con el apartado formativo, han servido como un importante foro de debate sobre las bases que pueden cambiar en el futuro las disposiciones legales sobre trufas y truficultura que existen hoy en día en España y a las que el sector debe adaptarse para ser capaz de comercializar y transformar este producto.
La transformación de la trufa, motor del empleo rural durante todo el año
Numerosas actividades económicas giran en torno a la trufa, desde viveros de micorrizas, empresas de riego, adiestradores de perros hasta empresas de recolección o procesado. Desde el prepirineo hasta la Subbética, pasando por la cordillera ibérica, la trufa se ha convertido en un elemento de desarrollo rural y fijación de la población.
“Desde un punto de vista socioeconómico, la trufa es muy importante porque establece una población en zonas rurales que normalmente están deshabitadas y que tampoco suelen ser óptimas para la producción de otras especies vegetales”, dice Pedro Marco Montori, investigador de la el Instituto. Laboratorio de Cultivo de Trufa del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) y miembro del comité organizador de las jornadas AIDA. “El mero hecho de que ahora, además de la producción primaria, empiece a haber una industria de productos elaborados indica que se crearán puestos de trabajo de mayor calidad en un medio rural y estables durante todo el año; la población será fija y habrá un se generará un valor agregado económico que se quedará en el territorio”, agregó.
Además de científicos del CITA, de la Universidad de Zaragoza y del Centro de Investigación y Experimentación en Cultivo de la Trufa de Graus (CIET), productores, comercializadores, representantes de la administración y tejido empresarial de Aragón y de otras comunidades que han destacado la importancia de la educación y la sobre todo colaboración para mejorar la organización del sector de la trufa, ponerlo en valor y dar a conocer la complejidad de este producto, del que aún queda mucho por conocer. Como ha señalado Marco, “solo llevamos 40 años estudiándolo”.