Cultivo del maíz – Innovatione
Introducción
El maíz (Zea mays), es un cultivo altamente adaptable a las diversas condiciones ecológicas y edafológicas, es cultivado en casi todo el mundo. El cultivo del maíz es ampliamente consumido a nivel nacional e internacional, lo que hace imperativa la necesidad de incrementar la productividad por unidad de superficie mediante la adopción de nuevas prácticas agronómicas.
Características generales
El maíz es una planta anual, posee un porte vegetativo robusto y con un rápido desarrollo, consigue alcanzar hasta 5 metros de altura, aunque su promedio de crecimiento varía entre 2 a 2,50 metros. La raíz del cultivo se presenta fasciculadas y robustas, siendo el objetivo anclar a la planta con refuerzo ante la presencia de raíces adventicias, además de aportar la alimentación correspondiente. El tallo de la planta del maíz se encuentra formado por un eje, este eje posee nudos y entrenudos, la parte subterránea del tallo cuentan con entrenudos muy cortos originándose las raíces principales y los brotes laterales, mientras que los entrenudos superiores son cilíndricos, la epidermis se constituye de paredes gruesas, cuya función principal es la conducción de aguas y substancias nutritivas.
La hoja se encuentra constituido de vaina, cuello y lámina. La vaina es una estructura cilíndrica, que se denota abierta hasta la base sobresaliente de la parte superior del nudo, el cuello es la zona de transición entre la vaina envolvente y la lámina abierta y la lámina es una banda angosta y delgada de dimensiones 1,5 metros de largo por 10 centímetros de ancho.
El maíz, como planta monoica, presenta la peculiaridad de contar con flores masculinas y femeninas en la misma estructura vegetal, pero en distintas partes de ella. La forma de la flor masculina tiene forma de panícula y se encuentra situada en la parte superior de la planta, mientras que la flor femenina (el fruto), está situada a media altura de la planta La flor se compone en realidad de múltiples flores dispuestas en una estructura lateral ramificada, que adopta una forma cilíndrica y está envuelta por brácteas o espata, que a menudo se confunden con hojas.
La mazorca es el fruto del cultivo, al contrario de la mayor parte de las gramíneas en el maíz, la espiga es compacta y está protegida por las hojas transformadas, que en la mayoría de los casos la cubren por completo.
La disposición del grano puede albergar entre 300 y 1000 unidades, dependiendo del número de hileras, así como del diámetro y longitud de la mazorca. En cuanto al peso, cada 100 granos pueden oscilar entre 19 y 30 gramos, Durante la cosecha, las espigas de maíz se extraen de la planta manual o mecánicamente. Las brácteas que cubren la mazorca se retiran, y posteriormente los granos se separan manualmente o, con mayor frecuencia, mediante procesos mecánicos.
Condiciones para el cultivo
Para la siembra el pH óptimo se sitúa entre 5,5 y 7,0, fuera de este rango, pueden surgir problemas de toxicidad debido a ciertos elementos presentes en el suelo. Además, es fundamental que el suelo esté bien drenado y aireado, ya que el maíz es particularmente sensible a la baja aireación del suelo. En cuanto a la textura del suelo, se recomienda una composición intermedia, que va desde franco hasta franco-arcilloso. Este tipo de suelo proporciona las condiciones ideales para el desarrollo saludable de las plantas de maíz.
Para lograr una germinación óptima del maíz, es crucial asegurar que las temperaturas se mantengan dentro de ciertos rangos. Idealmente, la temperatura diurna mínima no debe ser inferior a 10 °C, con una temperatura óptima durante el día en el rango de 18 a 20 °C. Durante el crecimiento, las plantas de maíz pueden tolerar temperaturas mínimas de 15 °C y máximas de hasta 40 °C, aunque la temperatura ideal oscila entre 20 y 30 °C. Durante la floración, las temperaturas ideales deben mantenerse en un promedio de 20 a 30 °C.
Es importante destacar que la disponibilidad de agua es un factor crítico para el cultivo del maíz en zonas tanto tropicales como subtropicales. El estrés hídrico o la sequía durante las etapas iniciales del cultivo, especialmente durante los primeros 15 a 30 días, puede provocar la pérdida de plantas jóvenes y reducir la densidad poblacional, lo que a su vez puede obstaculizar su crecimiento. Sin embargo, existe la posibilidad de recuperar el cultivo sin afectar significativamente el rendimiento, especialmente cerca del período de floración.
Es importante tener en cuenta que el maíz es extremadamente sensible al estrés hídrico, y la sequía durante la fase de floración puede tener un impacto severo en el rendimiento del grano.
El cultivo de maíz requiere temperaturas relativamente elevadas para su óptimo desarrollo, promoviendo un crecimiento más rápido en las hojas, lo cual es beneficioso, ya que es en estas estructuras donde se lleva a cabo el proceso de fotosíntesis, fundamental para la alimentación y el crecimiento de la planta. En consecuencia, se asocian temperaturas medias con mayores rendimientos finales del cultivo de maíz.
El maíz es altamente sensible a la escasez de agua, especialmente durante el período que va desde la floración hasta el llenado de los granos. Esta fase es crítica para determinar el rendimiento final del cultivo. Se estima que el requerimiento hídrico del maíz a lo largo de todo su ciclo es de 500 a 700 mm de precipitación, distribuida de manera adecuada durante el desarrollo de la planta.
Cultivo del maíz en España
- Elección y preparación del terreno
Es recomendable contar con una antelación de uno o dos meses antes de la siembra, conocer la superficie donde se cultivará el maíz. No es conveniente mantener una parcela con cultivo continuado de maíz durante más de cuatro años. Al cabo de ellos debe dedicarse a otros cultivos durante otros tres o cuatro. Ciertas malas hierbas perennes, plagas y enfermedades pueden evitarse, en parte, rotando las parcelas dedicadas al maíz.
Existen diversas formas de preparar el terreno. En el caso de que los residuos vegetales del cultivo anterior den lugar a terrones difíciles de deshacer y creen problemas a la hora de la siembra, la primera labor debe hacerse con fresadora.
Para preparar el terreno para la siembra de maíz, es recomendable realizar ciertas acciones dependiendo de las condiciones y los cultivos previos. Si el terreno estará en barbecho durante el invierno, lo ideal es ararlo al final del otoño, incorporando el abonado de fondo, que suele contener fósforo y potasio. Después, para lograr una cama de siembra óptima, se sugiere pasar una o dos veces la grada, preferiblemente de discos, justo antes de la siembra. En casos donde la cama de siembra no sea adecuada o se necesite aplicar fitosanitarios, se puede usar la fresa en lugar del segundo pase de grada, también justo antes de la siembra.
Si el terreno que se va a preparar tiene un cultivo forrajero de invierno, es importante cortar todo el forraje entre quince y veinte días antes de la siembra. Luego, se procede a arar el suelo e incorporar los fertilizantes de fondo. Después de siete a diez días, se sigue el proceso descrito anteriormente, pasando la grada una o dos veces antes de la siembra.
Para lograr rendimientos óptimos de maíz, es fundamental que el suelo tenga niveles mínimos de ciertos nutrientes, como 18 a 20 partes por millón (p.p.m.) de fósforo y de 120 a 125 de potasio. Por lo tanto, las recomendaciones de fertilización deben basarse en los contenidos de estos elementos en el suelo.
- Fecha de siembra y densidad de plantas
En las zonas húmedas españolas el maíz debe sembrarse a partir del 25 de abril, siempre que las condiciones climáticas lo permitan. Las fechas recomendadas en cada zona son:
Zona | Fecha de siembra |
Costa atlántica | 25 de abril a 10 de mayo |
Costa cantábrica | 1 de mayo a 15 de mayo |
Interior (altitud hasta 400 m) | 5 de mayo a 20 de mayo |
Interior (altitud superior a 400 m) | 10 de mayo a 25 de mayo |
El rendimiento del maíz aumenta de manera positiva con el incremento de la densidad de plantas. Las dosis sugeridas en condiciones de secano varían según el ciclo de maduración de los híbridos y el uso previsto de la planta de maíz. Las recomendaciones de densidad por hectárea son las siguientes, según el ciclo de maduración y el destino del maíz:
- Ciclo de maduración precoz:
- Para grano: 65.000 plantas.
- Para forraje: 100.000 plantas.
- Ciclo de maduración medio:
- Para grano: 60.000 plantas.
- Para forraje: 90.000 plantas.
En caso de regadío se pueden aumentar estas densidades en 10.000 plantas/ha. Por el contrario, en secanos muy fuertes estas densidades conviene reducirlas en un 25%.
Gusanos de alambre (Agriotes sp.): Llamados también, según las zonas, “alfilerillos” y “doradillas”, son larvas de diferentes especies de coleópteros del género Agriotes, fundamentalmente A. lineatus, A. obscurus y A. sputator. Los síntomas del ataque son el marchitamiento de la hoja más joven todavía no desplegada y posteriormente de las demás (de joven a vieja). Los daños que las larvas de estos coleópteros causan en los campos de maíz se circunscriben a las plantas jóvenes, a las que atacan en la parte enterrada del cuello produciendo heridas transversales que acaban matándolas. Los daños suelen aparecer en rodales.
Gusanos Grises (Agrotis sp.): Llamados también, “rosquillas”, son larvas de diferentes especies de lepidópteros del género Agrotis. Producen los daños al nivel del cuello de las plantas, efectuando unas mordeduras casi circulares que matan las plantas jóvenes. Los síntomas iniciales se muestran como marchitez y muerte de la planta atacada. El nivel de daño puede ser muy alto si no se actúa en fases tempranas.
Gusanos Blancos: Son las formas larvarias de diversos coleópteros, cuyo representante más característico es el “escarabajo Sanjuanero”, Melolontha melolontha L., aunque la más común en España es Anoxia villosa Fabr. Los síntomas se manifiestan a nivel de las raíces, donde es posible observar la larva alimentándose. La incidencia de los “gusanos blancos” en la mayoría de las zonas maiceras es hoy día muy baja frente a los otros enemigos del cultivo del maíz ya descritos, si bien en determinados enclaves no se puede olvidar su potencial peligrosidad.
Piral del maíz (Ostrinia nubilais Hübner): Es un lepidóptero cuya larva produce daños al alimentarse de las plantas de maíz, y otros (es bastante polífaga). Los adultos son mariposas de color amarillo a marrón claro, con el primer y segundo par de alas con líneas en zigzag oscuras. Las hembras tienen una envergadura de 25 a 35 mm, y los machos suelen ser un poco más oscuros y pequeños (de 20 a 25 mm de envergadura). Los daños en las plantas de maíz comienzan por ligeros mordiscos y pinzamientos en las hojas. La perforación de los túneles en el interior del tallo se inicia casi siempre en la parte interna de las vainas, al abrigo de los enemigos naturales. Uno de los efectos que tiene sobre el tallo es que se come por dentro el pedúnculo que sostiene el penacho (flores masculinas) y provoca la caída de este. La segunda o tercera generación puede atacar a la mazorca o continuar minando el tallo, que es lo más frecuente en nuestras regiones maiceras.
Taladro del maíz (Sesamia nonagriodes Lefebvre): Es un lepidóptero (mariposa) noctuido, cuya larva produce daños al alimentarse de las plantas de maíz. Los daños producidos por Sesamia son el debilitamiento del tallo, reduciendo el vigor de la planta (problemas de encamado) y la reducción del peso final del grano. El ataque a plantas jóvenes puede matar la planta. El daño directo sobre la mazorca supone la destrucción parcial, facilitando la entrada de hongos productores de micotoxinas.
Heliotis (Helicoverpa armígera Hübner): Es un lepidóptero (mariposa) noctuido, cuya larva produce daños al alimentarse de las sedas (estilos) de la mazorca de maíz. Es muy polífaga y también se desarrolla sobre cultivos hortícolas y otros. La oruga de Helicoverpa ataca a la mazorca del maíz, destruyendo las sedas y alimentándose de granos del tercio distal de la mazorca.
Orugas Filófagas (Mythimna unipuncta Haworth):Las larvas son de color pardo verdoso, con tres líneas dorsales blanquecinas. Pueden alcanzar los 4 cm de longitud. Se alimentan de gramíneas espontáneas y cultivadas, principalmente maíz, aunque también son importantes los ataques en arroz y otras gramíneas.Las orugas causan defoliación, mordiendo el limbo de la hoja por los bordes. En ataques intensos la defoliación es total, quedando únicamente el nervio central de la hoja. Las orugas en el último estadio causan el 80% de los daños. En maíz los daños son esporádicos, pero pueden ser muy graves. Los ataques aparecen en rodales, muchas veces desde los márgenes de la parcela. Se observan restos de excrementos en las axilas de las hojas.
Pulgones (Rhopalosiphum padi L., Sitobion avenae Fab., Metopolophium dirhodum Walker): Diversas especies de pulgones colonizan con diferente intensidad los cultivos de maíz de las diversas regiones geográficas españolas, entre ellas las más destacables son: Rhopalosiphum padi L., Sitobion avenae Fab., Metopolophium dirhodum Walker. Únicamente la primera de ellas, que evoluciona tardíamente, puede presentar poblaciones relativamente importantes a finales de verano y otoño. Los pulgones utilizan su aparato bucal para introducirlo en los tejidos de las plantas e ingerir la savia de estas. Aunque pueden extraer cantidades considerables de líquido y nutrientes, el efecto directo sobre el rendimiento de grano es en general pequeño, especialmente si las plantas son jóvenes en el momento de la infestación.
Cicadélidos, mosquito verde (Varios): Bajo esta denominación se agrupan varias especies de cicadélidos, entre las más habituales en el cultivo del maíz: Zyginidia scutellaris Herrich-Schäffer, y especies de los géneros Cicadella y Macrosteles. Estos insectos producen picaduras que originan manchitas blanquecinas al alimentarse de la epidermis de las hojas, llegando esta incluso a amarillear, pardear y a secarse prematuramente en casos muy extraordinarios. En condiciones normales de regadío pueden producirse síntomas muy graves. Pero el daño más grave es indirecto, ya que alguna especie de cicadélido, como es el caso de Laodelphax striatellus Fallén, y otras de familias próximas, pueden ser vectores de virosis; su ataque puede producir en el cultivo un retraso importante en el crecimiento que casi siempre llega a compensarse, pero que debilita la planta favoreciendo el ataque de otros parásitos y enfermedades.
Ácaros (Tetranichus urticae Koch): Las poblaciones de ácaros nocivos, y más concretamente de Tetranychus urticae, pueden experimentar crecimientos importantes en el número de individuos, aunque no siempre ocasionan pérdidas económicas significativas. Al igual que otros ácaros, introduce el aparato bucal en las células del parénquima, e ingiere su contenido, preferiblemente de los tejidos situados en el envés de las hojas. Los primeros síntomas visibles son pequeñas manchas blanquecinas, principalmente alrededor de la nervadura central. La función de los estomas se ve afectada y la transpiración limitada. La hoja se vuelve amarilla, y se seca. La pérdida de superficie fotosintéticamente activa, y la reducción de la transpiración, conduce a reducciones en el rendimiento y a retrasos en el desarrollo.