Una ley de pesca tan necesaria como insuficiente – UNO

  • Más de un año después de la publicación del proyecto de ley de pesca sostenible e investigación pesquera, mañana comienza la última parte de la negociación en la Comisión de Agricultura, Pesca y Alimentación del Congreso de los Diputados.
  • ClientEarth, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF consideran que la Ley de Pesca Sostenible está desfasada antes de su aprobación porque no tiene en cuenta ni aborda la crisis climática y la pérdida de biodiversidad
  • Las organizaciones ecologistas instan a los grupos parlamentarios a aprovechar la oportunidad para aprobar enmiendas que refuercen la conservación del ecosistema marino, la distribución justa de las posibilidades de pesca y la gobernanza participativa

Las negociaciones sobre la ley de pesca en el Congreso están entrando en su recta final y es hora de que las partes acuerden un reglamento que responda a los desafíos ambientales y pesqueros de nuestro tiempo.

Si bien esta Ley es significativa y presenta avances respecto a la Ley de Pesca de 2001 actualmente en vigor, en su redacción actual carece de algunas herramientas clave para su correcta aplicación, permitiendo un cambio en el rumbo de la pesca que asegure su sostenibilidad. “Afortunadamente”, organizaciones ecologistas declaran, “Diputados y diputados tienen la oportunidad de mejorar significativamente la ley a través de varios cambios”, presentado por Compromís, EH Bildu, Esquerra Republicana, PSOE y Unidas Podemos.

Si bien la ley incluye el enfoque ecosistémico, no prevé los mecanismos para aplicarlo adecuadamente, lo que reduce su aplicabilidad e imposibilita una visión estratégica de largo plazo. En particular, No apoya claramente la gestión de las pesquerías a través de planes de gestión que tengan en cuenta los ecosistemas y puedan diseñarse de forma participativa a escala local.


Una ley que no está a la altura de la ambición de la política pesquera común

Organizaciones ecologistas consideran inaceptable que en medio de una crisis de pérdida de biodiversidad y emergencia climática, la ley es menos ambiciosa en términos de conservación que la propia PPC (y las normas asociadas), que es obligatoria y tiene casi diez años. Por ello, consideran fundamental que la ley estipule la obligación de no pescar por encima del rendimiento máximo sostenible o, en caso de datos insuficientes, garantizar que se aplica el principio de precaución. Del mismo modo, la ley debe garantizar que la captura incidental de mamíferos, aves, tortugas marinas y tiburones se minimice y elimine en la medida de lo posible.

“El calentamiento global se menciona en la ley, pero no incluye un plan de descarbonización de la flota ni un plan de adaptación pesquera para ello. Además, lo que en el Reglamento Europeo de Pesca son objetivos en esta ley siguen siendo solo principios generales”, confirma Juan Carlos Atienza, responsable de Gobernanza Ambiental de SEO/BirdLife. “Puede parecer que estos detalles editoriales no son importantes. Sin embargo, crean ambigüedad y pueden socavar el cumplimiento del mínimo obligatorio para detener la sobrepesca y reducir la captura incidental”.añade Atienza.

Otra de las preocupaciones de las organizaciones ambientalistas es que el proyecto de ley difícilmente avance en una gestión más transparente y participativa, que reconoce la gestión conjunta o “gestión local participativa” como mecanismo de probada eficacia en la gestión pesquera.

“Algo incomprensible, ya que España cuenta con uno de los marcos de gestión conjunta más reconocidos internacionalmente”, Recuerda Raúl García, Coordinador de Pesca de WWF. “No es una varita mágica, pero ha demostrado que puede facilitar la transición ecológica justa de las pesquerías. Diseñar planes de manejo de pesquerías o reservas marinas de interés pesquero de manera participativa incluyendo el sector, las administraciones, la comunidad científica y las organizaciones medioambientales, promueve una cultura de cumplimiento, corresponsabilidad de los actores y recopilación de datos. Lo vemos, por ejemplo, en la gestión exitosa del pescado blanco en Cataluña o la corteza marina en Asturias o en reservas marinas como Os Miñarzos en A Coruña”, enfatiza García.

Finalmente, las organizaciones ambientales están obligadas a limitar el peso de los derechos de pesca históricos en la distribución al 50% para aplicar también criterios ambientales y sociales en la distribución. A ello se oponen las grandes empresas pesqueras, que anteriormente se han beneficiado del reparto sin aplicación del artículo 17 de la política pesquera común. “Estamos convencidos de que Una formulación ambiciosa de estos criterios fomentará una pesca más medioambiental, más justa y más social”. declarar Àlex Bartolí, consultor pesquero.

Por ejemplo, hay que promover que si un arte de pesca es más respetuoso con el fondo marino, o si un propietario o armador mejora la selectividad de su arte, reciba un incentivo en forma de derechos de pesca. Asimismo, la implementación de estos criterios también puede incentivar las buenas prácticas sociales y laborales y el impacto económico de las comunidades dependientes de la pesca. Esto proporcionaría a las flotas de bajo impacto acceso a recursos suficientes para sobrevivir económicamente y sería coherente con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14.b de la Agenda 2030.

“Queremos una pesquería que respete y comprenda la biodiversidad y los ecosistemas. El propietario o propietarios tienen permiso para extraer los recursos marinos, pero ninguna empresa es propietaria de los hábitats marinos ni de la fauna que los habita. Los recursos de los océanos son bienes públicos, y deben gestionarse no sólo para que sean rentables a corto plazo, sino también para que se conserven en el tiempo”. acabados Cecilia del Castillo, responsable de pesca de Ecologistas en Acción.

En las negociaciones de la ley en el Congreso, que ingresan a su recta final, las partes están a tiempo de acordar una normativa a la altura de los desafíos ambientales y pesqueros de nuestro tiempo. Los grupos ambientalistas piden responsabilidad a los parlamentarios y los instan a acordar una ley del siglo XXI que respalde los cambios. lo cual es consistente con la preservación de los ecosistemas, la distribución justa de las posibilidades de pesca y la gestión participativa.

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